Mi primer acercamiento a Nietzsche fue a través de Humano, demasiado humano. En ese momento, hará cinco o seis años, recordé un sombrío anhelo de mi adolescencia: dejar de ser yo, perder mi ominosa consciencia, caer en una definitiva locura. Resistir el peso, la lucidez de la existencia, significaba sufrir una tortura sin tener a mano la posibilidad del desmayo. Se habla del “derrumbe espiritual” de Nietzsche. A mi entender se trataría, más bien, de una esforzada y paciente construcción. No se llega a perder la razón así por que sí. Otros, sobre todo los herederos de la ciencia de Hipócrates, prefieren hablar de sífilis.
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