viernes, 21 de septiembre de 2012

El perro y el frasco

VII) El perro y el frasco
(Charles Baudelaire, El spleen de París)

“Mi lindo perro, mi buen perro, mi querido pichicho, acércate y huele el excelente perfume comprado al mejor perfumista de la ciudad”.
Y el perro, meneando la cola, que es, para estos pobres seres, el signo de la risa o la sonrisa, se acerca y pone curioso su nariz húmeda sobre el frasco abierto; luego, retrocediendo de repente
con temor, me ladra como reprochándomelo.


“—¡Ah! Perro miserable, si te hubiera ofrecido un montón de excrementos lo hubieras husmeado con delicia y hasta lo hubieras comido. Tú también, indigno compañero de mi triste vida, te pareces al público, al que jamás hay que ofrecerle perfumes delicados que lo exasperen, sino basura cuidadosamente seleccionada”.

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