viernes, 6 de julio de 2012

El amor sexual y el egoísmo



Dice Nietzsche: «Codicia y amor, ¡qué sentimientos y cuántas diferencias nos sugieren cada uno de estos términos! Y, sin embargo, podría ocurrir que se tratara del mismo impulso, pero designado con dos modos distintos. (…) donde se revela con más claridad que el amor constituye un impulso que incita a apropiarnos de un bien, es en el amor sexual; el amante quiere poseer en exclusiva a la persona que desea, quiere ejercer un poder exclusivo tanto sobre su alma como sobre su cuerpo, quiere ser amado por esa persona con exclusión de cualquier otra. (…) sólo aspira a convertirse en el dragón de su tesoro, en el conquistador, en el explotador más egoísta y carente de escrúpulos. (…) estando dispuesto a sacrificarlo todo, a alterar no importa qué orden, a pisotear cualquier otro interés; nos asombraremos, entonces, de que esa avidez y esa injusticia salvaje del amor sexual hayan podido ser ensalzadas y divinizadas hasta ese punto en todas las épocas; nos asombraremos de que de esta clase de amor, se haya llegado a extraer el concepto de amor como lo contrario al egoísmo, cuando de lo que se trata es de la manifestación más desenfrenada de este último.»

Y agrega: «Ahora bien, podemos encontrar, sin duda, en la tierra una especie de prolongación del amor en el curso del cual esta codicia ávida y recíproca entre dos personas ha retrocedido ante una ansia nueva, un anhelo nuevo, una sed superior y común de un ideal de que los supera, pero ¿quién conoce este amor?, ¿quién lo ha experimentado? Su verdadero nombre es amistad».

No hay comentarios:

Publicar un comentario