Entre los antecedentes históricos de la filosofía de la existencia cabe mencionar a Sócrates, San Agustín y Pascal. Contra Hegel, se reveló el pensador danés Kierkegaard, iniciador de la filosofía de la existencia e introductor de esta noción, reprochándole a Hegel que, en el pensar, hubiese olvidado al pensador. En nuestra lengua, y en parte bajo la influencia de Kierkegaard, debe mencionarse a Unamuno, que destacó vigorosamente el hombre concreto, de carne y hueso, como “el sujeto y el supremo objeto a la vez de toda filosofía”.
La filosofía de la existencia es una filosofía de la finitud, cuyo punto de partida ya no se encontrará en la subjetividad segura de sí misma y potencialmente ominopotente, sino en la existencia concreta de cada uno, con su carácter transferible, incierto, fluctuante, contradictorio, y con todo patéticamente real, dolorosamente imperioso.
Si bien el auge de esta corriente filosófica está relacionado con las vicisitudes del siglo XX y sus dos grandes guerras, de ningún modo se trata de un reflejo de la época, porque en tal caso no se explicarían los antecedentes (Agustín, Pascal, Kierkegaard y hasta el mismo Eclesiastés).
Fuente: Adolfo Carpio, Principios de filosofía, Ed. Glauco, Bs. As., 2004.
La filosofía de la existencia es una filosofía de la finitud, cuyo punto de partida ya no se encontrará en la subjetividad segura de sí misma y potencialmente ominopotente, sino en la existencia concreta de cada uno, con su carácter transferible, incierto, fluctuante, contradictorio, y con todo patéticamente real, dolorosamente imperioso.
Si bien el auge de esta corriente filosófica está relacionado con las vicisitudes del siglo XX y sus dos grandes guerras, de ningún modo se trata de un reflejo de la época, porque en tal caso no se explicarían los antecedentes (Agustín, Pascal, Kierkegaard y hasta el mismo Eclesiastés).
Fuente: Adolfo Carpio, Principios de filosofía, Ed. Glauco, Bs. As., 2004.
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