domingo, 28 de noviembre de 2010

Sobre la valoración del acto sexual

El tomar fragmentos aislados de una obra es, quizá, poco serio. No es mi intención ensayar una hipótesis de trabajo. Sólo hago mención de cuestiones que tienen que ver con el campo de mis intereses. Hecha la aclaración, procedo a transcribir los textos.

En un tal Lucas, encontramos el siguiente escrito, titulado «Amor 77»:

«Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.»

Quisiera resaltar, ahora, el diálogo que mantienen la Maga y Oliveira en el capítulo 20 de Rayuela, donde el acto sexual es, por sí mismo, valorado estéticamente.

«—A mí me pareció que yo podía protegerte. No digas nada. En seguida me di cuenta de que no me necesitabas. Hacíamos el amor como dos músicos que se juntan para tocar sonatas.
—Precioso, lo que decís.
—Era así, el piano iba por su lado y el violín por el suyo y de eso salía la sonata, pero ya ves, en el fondo no nos encontrábamos. Me di cuenta en seguida, Horacio, pero las sonatas eran tan hermosas.»

Dos capítulos más adelante, Oliveira reflexiona:


«Sólo un optimismo biológico y sexual podía disimularle a algunos su insularidad, mal que le pesara a Jhon Donne. Los contactos en la acción y la raza y el oficio y la cama y la cancha, eran contactos de ramas y hojas que se entrecruzan y se acarician de árbol a árbol, mientras los troncos alzan desdeñosos sus paralelas inconciliables.»

No hay comentarios:

Publicar un comentario