Pero con todo eso, Señor, dadme licencia para hablar delante de vuestra misericordia, a mí, tierra y ceniza; con todo eso, dadme licencia para hablar, porque es a vuestra misericordia a quien hablo y no alguno que pueda hacer mofa. Y Vos por ventura de mí os mofaréis, pero a la postre volvéis vuestros ojos y tendréis misericordia de mí. ¿Y qué es, Señor, lo que os quiero decir sino que no sé de dónde yo viene acá, a esa que digo vida que muere o muerte que vive?
San Agustín, Confesiones, Alfaguara, Bs. As., 2010.
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