«Tempestades
hermanas de los huracanes, firmamento azulado cuya belleza no admito, mar hipócrita,
imagen de mi corazón, tierra de seno misterioso, habitantes de las esferas, universo
entero, Dios que los has creado con magnificencia, a ti he invoco: ¡muéstrame a
un hombre bueno!... Y entonces, que tu gracia decuplique mis fuerzas naturales,
pues ante el espectáculo de ese monstruo, yo puedo morir de asombro: se muere por
mucho menos.»
Conde de Lautréamont, Los cantos de Maldoror.